El ajusticiamiento de Mayo Sibrián Mayo Sibrián fue un comandante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), estuvo preso en las bartolinas de la fuerza armada en 1984 y fue liberado en octubre de 1985. Mayo era un hombre duro, y lo mandaron para el Paracentral cuando salió de la cárcel como castigo de haber caído preso, se desconfiaba de él porque pudo haber dado información al enemigo. Mayo llegó furioso, él se dio cuenta de la información con lujos de detalles que tenía el enemigo de la guerrilla, en cuanto a su estructura de mando y sobre la distribución de las zonas controladas, asimismo sobre los canales de abastecimientos, etc. Mayo Sibrián, cuando estaba en la cárcel, los miembros de inteligencia de la S2 lo que hacían era darle un poco de referencias para ver cuánto le sacaban, él también recopiló datos que tenían ellos, que le daban de carnada, para extraerle información. La S2 era el departamento de inteligencia o Sección de Investigaciones Especiales que tenían en cada cuartel, Mayo algo de razón tenía, yo por lo menos comprobé varios casos, había una red de inteligencia del enemigo al interior del frente. Mayo empezó su trabajo desde que llegó al paracentral, yo continuaba en ese tiempo en el volcán de San Vicente, ya se había convertido en una subzona, se había trasladado completamente el mando a Gavidia y el oriente sólo se veía como una subzona. Mayo organizó una escuadra especial para tratar los casos de la infiltración, a nosotros nos llegaba el mensaje, mándame a zutano, a fulano y a mengano pero amarrado, tenía que ir ya preso y así hacíamos, atábamos a los compañeros y los mandábamos. Empezó precisamente con todo el aparato de comunicaciones y rastreo en el batallón Andrés Torres, que estaba ubicado en el volcán de San Vicente, allí estaban los aparatos de rastreos, eran utilizados por compañeros radistas que escuchaban todo el tiempo al enemigo, ya se había establecido comunicación a través del mismo radio PRC 77 con la fuerza armada, y a través de ahí fue organizando la infiltración enemiga. Los radios PRC 77 eran los que usaba la fuerza armada en el terreno para comunicarse, nosotros los recuperábamos y por ese medio los escuchábamos, a cualquier canal que se fueran descifrábamos sus claves, sabíamos las posiciones, se llegaba a conocer tanto a los que hablaban que cuando se les oía hablar, se reconocía la voz y se identificaba en que unidad andaba y el lugar, porque se escucha y se identifica a la voz de cada uno y, ya se sabía quién era quién y aunque se cambiaran de indicativo. Mayo creía que la gente de nosotros que hacía esta escucha se comunicaba por medio de esa radio con la fuerza armada. No se podía descartar del todo, porque hubo hechos que lo demostraron, por ejemplo el caso de, que a partir de un determinado tiempo, Mayo llegó a un grado de desconfianza enfermiza que, todo era secreto, pero absolutamente oculto, de tal manera que cuando íbamos a preparar una operación militar sólo debían conocer de ella tres personas y el jefe, y nadie más, estaba preparando una operación de emboscada y… cabal sólo sabían las tres personas y yo. Cuando ya estaba preparada la operación militar reunimos los tres pelotones en un lugar determinado para informarles parte, no todo el plan, el jefe de pelotón, comenzó a dar las órdenes para preparar la comida, la logística y el abastecimiento, hasta ahí, pero se les decía un día antes, el jefe del pelotón empezaba, sin decir, sino que hagan esto y lo otro, limpien los fusiles, preparen comida, cada quién, sin decir para qué, porque a la gente se les comunicaba ya vamos a reunirnos en tal parte, pero ya iban preparados, en ese lugar se les informaba sobre el plan y ahí todo mundo iba claro, pero ya iban todos de camino hacia la misión. Un compañero fue al lugar donde se iba a transmitir el plan, y no apareció, como pasaron horas y no llegaba lo mandé a buscar y no lo encontraron, había desertado. Cuando el pelotón se concentró para que le dieran a conocer el plan, él estaba en posta (de centinela), es decir, que estaba vigilando, asegurando que no los atacaran los miembros de la fuerza armada, cuando el pelotón salió lo buscaron, y no lo encontraron y el caso fue que ellos se fueron por la calle y vieron la huella donde él había pasado, ahí nadie caminaba porque ese lugar estaba minado, entonces cuando el compañero pasó el plan, él, apareció hasta después y… — ¿Y vos dónde has estado?, y… ¿y por qué no te encontramos?, ah… — Es que estaba encaramado en un palo de mango, yo oí cuando me andaban gritando, ya sabía que iban ir a una operación militar pero como no quería ir, por eso no les contesté. Me lo mandaron amarrado con una nota, sólo me decía que él no se había presentado a la hora y que por eso, que lo tuviera amarrado por si acaso pensaba desertar, vaya ahí lo tuvimos, lo estuve interrogando sobre las razones del por qué no había querido ir, ah, no quiero, ¿y por qué no te encontraron cuando te fueron a buscar? Ahí estaba subido en el palo de mango, y no quería ir; ahí lo dejamos amarrado, la operación militar iba empezar el día siguiente en la mañana, pero antes de la hora comenzaron el bombardeo blum, blum, blum, blum, blum, llamé por radio en repetidas ocasiones, nadie me contestó, a las dos horas me contestó un radista, le pregunté: — ¿Y qué pasó? — Nos acabaron. — ¿Qué? — Corrimos y nos alcanzaron. Solo eso alcanzó a informarme, se cortó la comunicación y le seguí llamando y nada, le dije a los compañeros, vayan a darle verga a ese hijueputa que él es el traidor, porque fue una emboscada, fueron a darle verga y confesó todo, todo. Dijo que a él no lo encontraron, porque tenía un contacto en el monte con la Patrulla de Reconocimiento de Largo Alcance (PRAL), él fue el que había minado esa zona, claro, podía pasar por ahí, y hasta dijo cómo se identificaban, el caso es que el compañero radista me dijo, nos acabaron, yo dije, eran como ochenta compañeros y al final, ahí si lo ajusticiaron y en realidad no se habían acabado a toda la gente, quince guerrilleros fueron los que murieron. Entre otro orden de cosas, recuerdo un compañero que era un gran hombre, pero para Mayo Sibrián era un enemigo, me dio la orden tres veces que lo ajusticiara y no lo hice, y como no le obedecía me dijo que yo también era parte de la red de infiltrados, y para que no me involucrara, con todo el dolor de mi alma, sabiendo que era un combatiente aguerrido y de extrema confianza tuve que mandarlo a ejecutar. Ese proceso de “purgas” que Mayo ejecutó, no fue él el único que lo hizo, si traemos a cuenta el asesinato clandestino de Roque Dalton y de otros compañeros, llegamos a la conclusión de que ese fue un procedimiento que se vino dando durante todo el transcurro del conflicto armado, Mayo lo que hizo fue hacerlo abiertamente, a la luz del día, y además era una concepción, yo cuando era novato de haber ingresado a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), recuerdo las discusiones que teníamos para no apoyar por ejemplo el uso de anticonceptivos, traigo esto a cuenta para mostrar, el nivel ideológico, tan cerrado y oscurantista y absurdo que se fue dando, y de tal manera que cualquier situación por pequeña que fuera, pero que se saliera de esta concepción ya era visto con desconfianza. Había, el convencimiento que era necesario filtrar gota a gota hasta lograr la potabilización de la fuerza guerrillera, hasta quedar en el asiento del filtro la esencia del color rojo, porque el que cuestionaba o preguntaba lo más probable es que era traidor en potencia o ya lo era, la revolución tenía que ser pulcra. Mayo Sibrián informaba a la comandancia de las FPL del sistema inquisitivo que tenía establecido, y le correspondía los mensajes que él mandaba; de tal manera que estaba autorizado por los cinco comandantes del FMLN de lo que estaba haciendo, él mismo nos enseñaba el cuaderno de mensajes, no obstante después del Acuerdo de Paz, aducen amnesia o que se pusieron en contra de crímenes que cometía Mayo, la pregunta es: ¿Si no estaban de acuerdo, como se explica la tolerancia? Se iban a llevar a cabo una campaña de reuniones y asambleas, para preparar unos combatientes para que participaran como delegados ante el consejo nacional de las FPL, pero, la zona era tan inestable con tanto enemigo alrededor, no se podía, nos turnábamos, por ejemplo, del volcán de San Vicente teníamos que ir ocho compañeros, se hizo en dos asambleas de tal manera que fueron cuatro primero, y cuatro fueron después, en esa primera asamblea que hubo que participaron los primeros cuatro, Mayo Sibrián, se los dijo con claridad a los compañeros que fueron del volcán: — En ese volcán tenemos un jefe aguado, yo no sé si realmente es de nosotros o es infiltrado, vengan se los voy a enseñar. Se estaban refiriendo a mi, después les dijo: — Vengan para acá, les voy enseñar cómo se hacen las tareas revolucionarias aquí. Habían llevado un pelotón de jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 12 y 17 años procedentes de un campamento de refugiados salvadoreños que estaba asentado en Honduras, para integrarlos a la guerrilla, les dijo: — Cipotes háganse para este lado y se ponen en fila. Los muchachitos pensaban que Mayo les iba a decir algunas palabras de bienvenida, estaban contentos y sonrientes, se les notaba el nerviosismo característico de su edad, sin mediar palabra Mayo tomó su fusil y le dijo: — Vaya les voy enseñar, plah, plah, plah, plah. Los masacró a todos, los bichitos cayeron al suelo como si eran pollitos, sin saber por qué los había asesinado el comandante. Disparó a sangré fría a quince niños que habían llegado, y a los compañeros procedentes del volcán de San Vicente le dijo: — Todos estos monos son enemigos, y por eso les mostré como se debe actuar, ay que ser revolucionario hasta las últimas consecuencias, para que le digan a su jefe (se refería a Abelio) cómo es que se hacen las cosas en ese lugar. Asesinó a estos niños delante de la gente que yo había mandado, y que estaban participando en la asamblea, Mayo Sibrián comentó más cosas sobre mi persona, a mí ellos no me quisieron comentar todo, pero lo que sí, que cuando llegaron me dijeron: — Abelio te vamos a cubrir la retirada, ándate, antes que te mate ese loco, acordate que además es hombre de confianza de la comandancia general del FMLN, tenés todas las de perder mejor huí, hoy que podes. — Yo no debo nada y nada temo, voy a topar. Me fui para el campamento de Mayo Sabrían, ellos estaban al tanto que iba, me esperarían en tal parte, sabía dónde nos íbamos a juntar. Cuando estaba por llegar al lugar de contacto que ya habíamos quedado, a saber si uno ya estaba prejuiciado, pero yo sentí que… como que me querían matar ahí, pero pasé. Al segundo día de haber llegado Mayo Sibrián me entregó unos cuadernitos pequeños, en la mitad de una hoja estaban escritos los nombres de unos colaboradores que se habían ofrecido a colaborar, que eran de allá de la zona del volcán. Mayo me dijo, Abelio aquí están los nombres de esta gente, búscalos viven en tal parte, quieren colaborar con nosotros, metí la hojita en el cuaderno, y cuando estábamos en la votación para elegir los que iban ir al consejo, nos dijeron que en la mitad de una hoja del cuaderno, que ahí escribiéramos dos nombres de quienes queríamos que fuera, de la lista que estaba ya, yo anoté los dos nombres, y cuando se llegó la hora del almuerzo, dijeron vamos a recoger los nombres hasta después, fuimos a comer, al regreso, Mayo estaba recogiendo los papeles, los leía y estaba anotando quién quedaba electo, todos fuimos a depositar los papeles en un guacal y de ahí él extraía los nombres. Estábamos participando dieciséis compañeros, era una asamblea para elegir al consejo nacional de la FPL, estábamos en círculos y se puso a observar la cara de todos nosotros. Ese ambiente se volvió tan tenso que, una mosca zumbaba como un avión, todo mundo se quedó paralizado cuando él empezó hablar de la manera siguiente: — Uujum. Aquí hay un enemigo, que se ponga de pie. Los presentes sentimos congelarnos porque como sabíamos que era loco, él podía señalar a cualquiera y afirmar que era traidor, e inmediatamente ahí mismo pegarle un balazo, la palabra de Mayo Sibrián era ley. Y siguió viendo, de repente, cambio de tema y prosiguió con la reunión en aparente normalidad. Tenía mi champa ubicada un poco retirada del campamento de Mayo y su gente, en medio del campamento había un chorrito de agua de un nacimiento natural que caía en una pila, él estaba reunido al centro del campamento con todos sus subalternos, por temor más que por lealtad la gente siempre le alababa todo lo que él decía, estaban carcajeándose cuando yo estaba llenando mi caramañola y, escuché que él estaba hablando de mí, y la gente se destornillaba de la risa. Me fui acostar con el fusil puesto en ráfaga, me lo coloqué en el pecho y con el dedo en el gatillo, la mujer al verme, sorprendida me preguntó; — Abelio y qué te pasa, algo te sucede, decime ¿qué es? — No voy a dormir. — ¿Por qué? — Mayo me va matar, y no me va agarrar dormido. Esta situación de aniquilamiento físico fue en el paracentral descomunal, el “ajusticiamiento” de los mismos compañeros fue a nivel nacional e internacional, muchos compañeros del paracentral se fueron para el exterior y nunca volvieron porque los eliminaron físicamente, por lo tanto, no hay que echarle a Mayo Sibrián toda la culpa. Mayo Sibrián pertenecía a la comisión política y era el jefe del frente paracentral, y yo era jefe de la subzona de volcán de San Vicente. Habíamos cinco jefes de subzonas y tres incluido Mayo que formaba parte del secretariado, era una especie de conducción colectiva, nos llamaron a la reunión, pasó el primer día, los que habíamos llegado de otra subzona casualmente nos habíamos colocado por un pequeño bosque, habíamos amarrado las hamacas en unos árboles, ahí nos juntábamos en la noche a analizar como estaba la situación, los cinco de la subzona estábamos conscientes de que estábamos literalmente cagados, así lo dijimos cagados, no teníamos valor de decir la verdad porque era jodido. Poner el dedo en la llaga nadie tenía valor, entonces nos pusimos de acuerdo para solicitar el turno para intervenir, de tal forma que fuéramos diciendo la verdad sobre la paranoia de Mayo, pero apoyándonos unos con otros y vigorizando nuestros planteamientos. El comandante Ricardo Gutiérrez asistió a la reunión en calidad de representante de la dirección de las FPL, por esa razón él estaba dirigiendo la reunión y daba la palabra, Carlos pidió opinar, después David (eran hombres de confianza de Mayo), después Raúl y por último yo, porque era el odiado, Carlos se acobardó, no tomó la iniciativa a él correspondía el turno de primero, Raúl que era de los últimos, pidió hacer uso de la palabra, como estábamos claros que al pedir uno de nosotros la participación, seguíamos los otros, o sea que los cinco estábamos en continuidad, nos íbamos a reforzar mutuamente, porque en la práctica estábamos los cinco contra los tres del secretariado que eran los que apoyaban a Mayo, si había sido elegido por el organismo que él conducía, eran los que tenían que estar más a su lado. Raúl pidió la palabra, pas, pas, pas, le caímos los otros y, ahí dimos a conocer lo que estaba sucediendo, es decir, todo lo que Mayo Sibrián hacía, ese día se acabó Mayo, Margarita la mujer de él, hasta esa noche me habló, me dijo, hoy si le voy a contar todo. Siguió la reunión, siete días pasamos en sesión. Margarita me contó que Mayo la golpeaba y que estaba con él por terror no por amor, era un sometimiento a la fuerza bruta, obviamente contra su voluntad, ella tenía miedo que Mayo en sus ratos de locura, la acusara de traidora y la hiciera fusilar, no sin antes torturarla, bajo el pretexto de obtener información. A Ricardo le ordenaron que él quedaba de jefe y que Mayo Sibrián a partir de ese momento estaba suspendido de todos los cargos políticos y militares que ostentaba, Mayo dijo, si ustedes deciden que me van a fusilar, no crean que me voy escapar, estoy conscientes que lo que he hecho ha sido lo correcto y voy a responder por ello, si la decisión de ustedes es que me fusilen, háganlo. A petición de la Comisión Política (CP), nos trasladamos dos compañeros, fui con Gavidia a Chalatenango a dar el informe de cómo había estado la situación acerca del caso de Mayo Sibrián. Después de haber informado a la CP, regresamos a San Vicente, ahí en asamblea la mayoría iba a tomar la decisión de que se hacía con Mayo, los asambleístas pidieron ajusticiamiento, pero la CP no daba el visto bueno, era lógico, porque de manera indirecta se estaba cuestionando las prácticas de “ajusticiamiento” de combatientes sin previa investigación, simplemente por pura sospecha o porque a alguien se le ocurrió, mientras tanto, Mayo anduvo deambulando en los talleres de producción, él no exteriorizó en ningún momento muestras de arrepentimiento por haber masacrado y asesinado a sus propios compañeros, al final llegó la hora en que Mayo había que fusilarlo. Siete compañeros, lo fueron a capturar, y lo llevaron al lugar donde él iba a pagar con su vida por el daño que había infringido a tantos combatientes inocentes, antes de fusilarlo le pregunté si quería decir algo que procediera, él solo dijo: — Me voy tranquilo, estoy convencido que lo que hice fue lo correcto, no me arrepiento de nada. — Cuál es tu último deseo. — Sólo un cigarro denme. Se lo fumó de manera normal y corriente, no mostró nerviosismo ni ansiedad, lo pusimos frente al paredón y los combatientes que se habían designado para que lo fusilaron, fueron pícaros porque les pusimos a los fusiles un tiro a cada uno, pero en lo que estábamos hablando con Mayo Sibrián, le cambiaron cargador al fusil y le pusieron ráfaga, y ahí quedó Mayo tendido en su charco de sangre como antes quedaron sus víctimas. A partir de entonces, se tomó la decisión que todos los que estábamos en el Paracentral había que sacarlos de ahí, con la idea de desarticular hasta hacer desaparecer los que eran combatientes en la época del terror de Mayo Sibrián, es decir, que no quedara huella, sin importar si era amigo o enemigo de él, por ejemplo un compañero médico no se para donde lo trasladaron y por último tuvo que desertar, y lo que dijeron en la reunión de la comisión política fue, la cagó aquel salió por la puerta de atrás, y yo les dije, no, solo él sabe lo que está viviendo, ustedes no lo han vivido, yo si lo sé, porque él me contó todo lo que le hicieron en Nicaragua antes de irse. A los días se llevó acabo el último congreso de la FPL, en el concejo se trató el caso de Mayo Sibrián por varios días, el acuerdo de este organismo fue que los culpables de todo fueron los jefes de las subzonas del frente paracentral, es decir, las víctimas terminaron victimarios, y quien decidió los asesinatos o “ajusticiamiento” fue la misma comisión política de la FPL, y la comandancia del FMLN, porque nada se escondía; o sea, todo lo que pasaba en la FPL lo sabían en la comandancia, ésta era la máxima dirección de todo, por lo tanto lo que pasaba en cada organización lo sabían; en ese concejo decidieron que a todos los jefes de subzonas del frente paracentral se les despojaba de todos los cargos, como eran miembros del concejo nacional de la FPL, entonces quedaron destituidos, y los condenaron a que no podían ejercer cargos de dirección. El máximo organismo de la FPL, era el concejo, los destituyeron de todo y quedaron ahí, deambulando, eso fue en el noventa y dos, y por último les pidieron la renuncia. En ese momento histórico, la comandancia general del FMLN y en especial la máxima dirección de las FPL jamás perdonaron el fusilamiento de Mayo Sibrián, para ellos fue un héroe que lo inmolaron. Sin embargo, post Acuerdo de Paz, algunos comandantes dicen que estuvieron en contra de los crímenes de Mayo Sibrián.
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